domingo, 16 de agosto de 2009

La víbora creadora de montañas

Por Leonardo Albarracín

Llego con tres heridas

la del amor
la de la muerte
la de la vida...
Miguel Hernández.

Las tazas con café con leche caen al piso acompañadas por los chicos. La víbora creadora de montañas ha zigzagueado siete kilómetros bajo tierra.
-Salgan afuera- les grita la madre a su hija mayor y al chiquito del medio, mientras los ayuda a incorporarse, ella sólo piensa en la menor que grita desde la pieza. Corre en su auxilio pero horrorizada ve que la pequeña se encuentra debajo de la cucheta que ha sido desplazada por el por el peso del placard, y una de sus extremidades ha quedado aprisionada entre una masa de hierros y maderas.
-La pierna no la puedo sacar.
Segundos que parecen años, siglos, el tiempo se detiene, todo ocurre en cámara lenta, hasta parece no ocurrir.
-Mamá, mamita no me dejés.
La mujer mira hacia fuera e instintivamente grita.
-No entren quédense afuera- y con todas sus fuerzas intenta sacar la piernita que sigue atorada, mira la cara de la criatura deformada por el llanto y el dolor.
-Dios mío, DIOS, dame fuerzas por favor dios.
Un ruido quiebra los ruegos y el segundo remesón aún más fuerte que el primero acude a su encuentro.
-Mamá, no me dejes sola- implora la niña.
La mujer la abraza y la resguarda contra su pecho, al tiempo que siente que una fuerza descomunal la derriba.



-Mami- escucha la madre en la oscuridad, siente el cuerpo de la niña junto al suyo pero no puede moverse.
-Mami, tengo miedo.
-Yo también mi amor, yo también.
En la oscuridad las lagrimas no se ven.

No hay comentarios:

Publicar un comentario